Cuando pienso en mis años universitarios, no puedo evitar sentir una mezcla de gratitud y nostalgia. Hubo decisiones que tomé y que me cambiaron profundamente, y también otras oportunidades que dejé pasar y que, con el tiempo, entendí que también me enseñaron algo.
1. Irme de Erasmus: la mejor decisión
Una de las cosas que más me alegro de haber hecho fue irme de Erasmus. No solo fue una experiencia académica, fue un salto hacia la independencia. Aprendí a vivir solo, a enfrentarme a lo desconocido, a gestionar mi tiempo, mi dinero y mi soledad. Conocí culturas, rompí prejuicios y, sobre todo, crecí como persona. Si hoy soy más abierto, más valiente y más empático, en parte es gracias a esa etapa.
2. No haber aprendido otro idioma ni integrado a los Erasmus
Sin embargo, también reconozco que no aproveché todo lo que podía. Por ejemplo, no estudié otro idioma con constancia, algo que me habría abierto muchas más puertas. Tampoco formé parte de los grupos que ayudan a los Erasmus que llegan a tu universidad, algo que me habría permitido conectar con más personas, practicar idiomas y devolver un poco de lo que yo mismo recibí cuando estuve fuera.
3. No haber aprovechado los cursos y colaboraciones
Otra cosa que echo de menos es no haber aprovechado más los cursos de formación que la universidad ofrecía fuera del programa oficial. Muchos eran gratuitos o muy accesibles y ahora me doy cuenta de que podrían haber enriquecido mucho mi perfil profesional. También me habría gustado colaborar como profesor o ayudante, algo que entonces me parecía lejano pero que ahora sé que me habría hecho aprender más y conectar con los docentes desde otro lugar.
4. La suerte de no haberme cerrado a ningún grupo
Pero si hay algo que valoro mucho de esa época es que nunca me cerré a un solo grupo. En clase, solían formarse «bandos», como pasa muchas veces, pero yo logré mantenerme cercano a todos sin conflictos. Formé parte de varios equipos de trabajo y conservo buenas relaciones con muchos de ellos. Esa apertura me enseñó algo que sigo aplicando en mi vida: escuchar sin prejuicios, adaptarme a distintas formas de ser y encontrar puntos comunes.
¿Qué aprendí de verdad en la universidad?
Más allá de los apuntes y los exámenes, creo que la universidad es una etapa clave para descubrir quién eres, qué quieres, y también qué no quieres. Me quedo con la idea de que nunca se trata solo de aprobar asignaturas, sino de aprovechar las oportunidades que no vienen en el plan de estudios: las personas, los retos, las decisiones difíciles.
Ojalá este texto sirva a quienes estén ahora en esa etapa o a quienes, como yo, echan la vista atrás preguntándose qué habrían hecho diferente.