En ocasiones salimos de momentos en los que hemos sido dañadas como personas y nuestro EGO está a flor de piel. Se revela contra ese daño y actúa de determinadas formas para protegerse.
Si has estado con alguien que te ha hecho daño, seguro que acto seguido has querido ayudar esa persona. El EGO piensa ‘cómo puedo ayudarle para que no vuelva a hacer lo mismo’. Pero realmente no es una ayuda normal, sino evasora.
Asó, tratas de evadir la responsabilidad de ayudarte a ti, y tiendes a ayudar a los demás en primer lugar. El ego dice una vez más yo estoy bien y quien necesita ayuda es la otra persona.
Ahora, piensa en esa situación ¿Realmente crees que esa persona necesita ayuda primero, o quizás debes ayudarte a ti misma y servir como ejemplo? El o ella te dañaron, pero… ¿y si pusieras un espejo para ver que parte de esa persona te corresponde?¿Cómo pretendes ayudar a alguien en algo que tu no has solucionado?
Haz un ejercicio de responsabilidad: ayúdate a ti, y después, ayuda de forma indirecta sirviendo como ejemplo. Recuerda que si te dañan es porque aún tienes daño. Alguien pleno no puede ser dañado. No digo que nunca, pero sí en la mayoría de los casos.