¿Dureza o blandeza? La clave para una mentalidad equilibrada

¿Dureza o blandeza? La clave para una mentalidad equilibrada

En el mundo actual, donde la toma de decisiones juega un papel crucial en nuestro desarrollo personal y profesional, surge una pregunta fundamental: ¿debemos ser firmes en nuestras ideas o estar abiertos al cambio? La rigidez mental puede conducir a la resistencia al aprendizaje, mientras que la excesiva flexibilidad puede provocar falta de dirección. Encontrar el punto de equilibrio es esencial para el crecimiento. En este artículo, exploramos cómo mantener una postura firme sin caer en la intransigencia y, al mismo tiempo, permitirnos evolucionar cuando sea necesario.


¿Hay que ser duro o hay que ser blando? A nivel mental es una buena cuestión puesto que cambiar mucho de idea te desfocaliza, pero mantenerte siempre en ella te hace rígido frente al cambio.

Para mí, el punto medio está en defender una idea a capa y espada, poniéndola a prueba una y otra vez, y teniendo siempre en cuenta que hay una cierta probabilidad de que esté equivocada. Solo así podrás tener la suficiente firmeza para llevar a cabo algo, y la suficiente sabiduría para cambiarlo si te das cuenta de que estabas en lo equivocado.

Un ejemplo de ello fue mi vida. Estaba convencido de que mi quehacer sería la actividad relacionada con los números. Estaba ofuscado en eso y gracias a ello pude tener un buen trabajo que me permitió estar donde estoy, de una u otra forma.

El caso es que me di cuenta, al no sentirme bien, de que lo que yo creía cierto e incambiable (estar en el mundo de la bolsa y los negocios) podría no serlo ahora. Así, acabé estudiando psicología. Llevé a cabo mi función de matemático sin titubear hasta que la puse a prueba dando seminarios de desarrollo personal y mindfulness. Confronté lo que era mi vida presente con otra actividad.

Finalmente, esa guerra entre la mente y los números acabó desembocando en una persona con mucho conocimiento financiero y matemático, que de repente se balanceó hacia el desarrollo personal. Ahora, solo me dedico a ello mientras mantengo mis finanzas en buena sintonía, pero dedicando más tiempo a la mente y su estudio.


Conclusión

Encontrar el equilibrio entre la firmeza y la flexibilidad es clave para el crecimiento personal y profesional. Defender nuestras ideas nos da dirección, pero ser capaces de cuestionarlas nos permite evolucionar. La clave está en comprometerse con nuestras creencias, pero también en someterlas a prueba constantemente. Solo así podremos avanzar sin quedarnos atrapados en una rigidez que nos limite o en una adaptabilidad excesiva que nos haga perder nuestro rumbo.