Hacer un regalo es cuanto menos conmovedor. Esa sensación de dar algo a cambio de nada te impregna de alegría. Por este motivo, una forma de romper con la rutina y reforzar nuestro carácter positivo es regalar. Es una manera fantástica de perder el miedo a la carencia y al no tener. Así, daremos lugar a la práctica de un nuevo liberador de hábitos que nos permitirá practicar el desapego.
Cultiva el desapego REGALANDO
Practicar el desapego no consiste en dar una importancia nula a las personas o cosas que te rodean. Es más, significa quererlas más puesto que les dejas la posibilidad de irse cuando quieran, es decir, libertad. Para ello, es buena idea empezar escogiendo una prenda de ropa que no utilizas o elaborar algo que se te ocurra y que pueda ser útil.
Entonces, envuélvelo con cariño y escribe una breve carta para ti: »me desapego y te dejo ir para que ayudes a alguien que lo necesite». Esto reforzará tu conciencia y desatará en ti nuevos hábitos de conducta ideales. Es decir, de repente puede que empieces a cuidarte más, a comer mejor, practicar deporte moderado, etc. Cultiva el desapego y aparecerán hábitos saludables sin querer.
Ideas sobre a quien regalárselo
Imagina que tienes guardado tu anterior móvil y que aún presenta un funcionamiento decente. Podrías regalárselo a alguien necesitado y que pueda darle un último uso. Otra idea sería la siguiente. Si echas mucho de menos a algún familiar o amigo puedes tener el detalle de regalarle algo por correo. Si quieres darle un poco más de emoción no se lo digas hasta transcurridos unos días. Esto seguro que provocará un estado de bienestar, felicidad y sentimiento de utilidad en ambas personas.
También puedes meter algo que no utilices en el buzón de un vecino. Regalarse cosas en la comunidad hará que el ambiente sea aún mejor. En este caso, yo no diría nada y esperaría ver su reacción. Líbrate de aquella ropa que hace tiempo no utilizas. Aprovecha la oportunidad para ir a la ONG más cercana y donarla. En tiempos de frío será muy agradecido y en verano puedes dar alguna alegría.
Si tu médico ha hecho un gran trabajo puedes hacerle una tarta. Cuando alguien hace su trabajo y nos recompensan afianza la seguridad y la autoestima de esa persona. Así, estarás haciendo que sea aún mejor médico.
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