En ocasiones podemos ver como nuestros sentimientos brotan de una forma inesperada. Podemos oler un viejo perfume y nos recuerda una situación del pasado. También, es posible ver un objeto y teletransportarnos al pasado en un momento en el que lo vimos. En otros casos, esas vieja canción que bailábamos de repente parece traernos un torrente de emociones relacionadas con el pasado.
Esto es lo que denominamos anclajes, es decir, cualquier estímulo ya sea visual, auditivo, cinestésico, olfativo o gustativo que nos aporta una determinada reacción. De esta forma, podemos ver como nuestros recuerdos están asociados con nuestros 5 sentidos de una forma increíble.
Cuando vivimos un momento intenso, ya sea positivo o negativo, cualquier cosa puede transformarse un un ancla. Es decir, si en un momento de pasión sonó una determinada canción, esa canción pasará a anclarnos y por lo tanto recordarnos ese momento. Si probamos un delicioso postre con sabor a canela, es probable que cuando la probemos volvamos a recordar ese postre.
Lo interesante de estos anclajes emocionales es que podemos variarlos y utilizarlos en nuestros favor. En este artículo veremos como podemos utilizarlos para que en momentos negativos seamos capaces de estar en plenas facultades. También, aquellos anclajes negativos podrán ser abolidos con la técnicas de PNL ¡Vamos a empoderarnos con este artículo y este vídeo!
Afrontar situaciones mediante anclajes
Uno de los mejores usos de los anclajes es el que se hace en situaciones de urgencia. Cuando nos encontramos ante una gran decisión o cualquier situación exigente, anclarnos a un estado de seguridad es más que beneficioso. Por ello, expondremos un método para anclarnos a cualquier estado emocional deseado y poder afrontar diversidad de proyectos. Este consiste en 3 pasos:
1. Definir la situación que queremos afrontar
No es lo mismo afrontar un examen que una carrera de media distancia. Para el primero debemos tener en cuenta una serie habilidades como la relajación y la seguridad. En el segundo caso prevalecerá la adrenalina y el empoderamiento. Así, cuando tengamos la situación y habilidades necesarias definidas habremos completado el primer escalón.Para este ejemplo consideraremos que vamos a hacer un examen.
2. Recordar alguna situación en la que las habilidades requeridas estén presentes
Es decir, relajación y seguridad. Ahora que hemos evocado este recuerdo pon todo lujo de detalle. Esto se traduce en ser conscientes de todas las imágenes, sonidos, tactos, olores y sabores presentes. Revive la experiencia lo más intensamente posible imaginando como todos los sentidos se agudizan. Las imágenes mentales pasan a tener más color, el sonido es más claro…
3. Escoge un ancla
Es decir, aquello que tu mente asocie a ese estado emocional para poder revivirlo una y otra vez. Principalmente, lo que debemos hacer es llevar a cabo ese ancla cuando nos encontramos en el segundo paso. En este caso, cuando en el paso dos estemos reviviendo un momento de relajación podemos recurrir al famoso anclaje de unir pulgar e índice. De esta manera, cuando necesitemos estar en un estado relajado bastará con realizar esa unión de dedos.
El resultado del anclaje
Así, hemos podido analizar como nuestra mente es capaz de revivir estados emocionales de una forma sencilla. Si vas a afrontar una charla en público el método es idéntico. En primer lugar define la situación y las habilidades requeridas: charla en público y seguridad. En segundo lugar recuerda un momento de seguridad con todo lujo de detalle. Y por último, pon un anclaje mientras estás en el segundo paso como por ejemplo sostener un bolígrafo con las manos. Cuando hablamos en público es muy común tener algo en las manos. Si anclamos a ese objeto el estado emocional de seguridad, cuando estemos en la charla podremos evocar esa sensación mientras lo cogemos.
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