Vivimos en una época donde lo “verde” se ha convertido en una bandera incuestionable. Pero, como ocurre con todo lo que se convierte en dogma, conviene mirar detrás del telón. Porque mientras nos hablan de sostenibilidad y de salvar el planeta, se prohíben coches que contaminan menos que muchos modelos nuevos. ¿Por qué? Porque detrás de las etiquetas medioambientales no siempre hay ciencia: hay negocio. Este artículo plantea tres puntos clave para entender qué hay realmente detrás de estas políticas:
- Una comparación incómoda entre un diésel sin etiqueta y un gasolina “limpio”.
- Lo que ha pasado con las ventas tras las prohibiciones.
- Soluciones reales que no pasan por dictar lo que puedes o no puedes conducir.
1. La mentira de las etiquetas: ¿de verdad contamina menos un coche nuevo?
Vamos con un ejemplo concreto. Compararemos dos vehículos reales:
Coche A: Diésel sin etiqueta, consumo medio de 6 litros cada 100 km.
Coche B: Gasolina con etiqueta C, consumo de 8 litros cada 100 km.
El diésel, aunque demonizado, tiene un rendimiento energético superior: genera menos CO₂ por kilómetro recorrido. Sin embargo, le cuelgan la etiqueta de “apestoso contaminante” y le prohíben circular por el centro de muchas ciudades. Mientras tanto, el coche de gasolina —que emite más dióxido de carbono al quemar más combustible— circula con total libertad.
Esto no es ecologismo: es marketing verde al servicio de los fabricantes. El objetivo no ha sido limpiar el aire, sino vaciar los garajes de coches antiguos —muchos aún perfectamente funcionales— para llenarlos con modelos nuevos más caros, con más electrónica, más fallos programados, y por supuesto, con su etiqueta «ecológica».
¿Dónde queda el sentido común? ¿Dónde queda la verdadera lucha contra la contaminación? Enterrada bajo un negocio multimillonario disfrazado de moral medioambiental.
Comparativa real de emisiones por cada 100 km
Tipo de combustible | Litros consumidos | CO₂ emitido por litro* | Emisiones CO₂ totales | NOx aproximado** | Etiqueta DGT |
---|---|---|---|---|---|
Diésel (sin etiqueta) | 6 L | 2.64 kg/L | 15.84 kg CO₂ | 0.6 g/km | Ninguna |
Gasolina (Etiqueta C) | 8 L | 2.31 kg/L | 18.48 kg CO₂ | 0.06 g/km | C |
* Fuente CO₂/litro: datos medios del IPCC y la Agencia Europea de Medio Ambiente.
** NOx estimado según valores típicos de diésel Euro 3 vs. gasolina Euro 5/6.
Conclusión:
- El coche diésel sin etiqueta contamina menos CO₂ (gas de efecto invernadero), pero más NOx (contaminación local, perjudicial para la salud).
- El coche gasolina etiqueta C contamina más CO₂ y se le permite circular libremente.
Esto demuestra que las etiquetas no siempre reflejan la contaminación real, sino un criterio político-económico simplificado. ¿Y si el verdadero objetivo no fuera reducir la contaminación, sino forzar la renovación de coches para beneficio de las marcas y sus modelos homologados?
¿Dónde queda el sentido común? ¿Dónde queda la verdadera lucha contra la contaminación? Enterrada bajo un negocio multimillonario disfrazado de moral medioambiental.
2. ¿Prohibir coches contaminantes o forzar ventas?
Tras las restricciones por etiquetas, lo que ha sucedido no es una mejora del aire, sino un movimiento estratégico del mercado:
- Las ventas de coches no han disminuido, pero sí han cambiado de perfil: se ha incentivado la compra de vehículos nuevos, mientras se penaliza al ciudadano medio que no puede permitirse cambiar de coche cada 5 años.
- Muchos han optado por coches de segunda mano aún más contaminantes, porque son lo único que pueden permitirse fuera de las zonas restringidas.
- Se ha retrasado la renovación del parque móvil de forma desigual, favoreciendo a quienes ya tenían más poder adquisitivo y marginando a quienes simplemente querían seguir usando su coche.
En lugar de premiar la eficiencia o las emisiones reales, se ha premiado lo nuevo, lo etiquetado, lo caro. Las zonas de bajas emisiones se han convertido en zonas de alta rentabilidad para el lobby automovilístico.
La narrativa oficial habla de salud pública. La realidad es que si tu coche contamina poco pero no tiene pegatina, está vetado. Si contamina más pero tiene la bendición de la DGT, adelante.
3. Soluciones sin imposiciones: hacia un futuro más limpio y realista
En lugar de imponer prohibiciones que afectan a quienes menos recursos tienen, existen alternativas más inteligentes y justas para reducir la contaminación real:
- Desarrollar diésel más limpio: Los motores diésel modernos con sistemas AdBlue y filtros actualizados emiten muy pocos NOx y partículas, manteniendo una alta eficiencia. Incentivar su uso sería más efectivo que prohibir.
- Etiquetado por emisiones reales: No por tipo de motor o año, sino por resultados de emisiones en condiciones reales. Algunos coches sin etiqueta contaminan menos que otros con etiqueta C.
- Fomentar vehículos ligeros y de bajo consumo, no solo eléctricos. Un coche pequeño de gasolina que consume 3 L/100 km puede contaminar menos que un SUV eléctrico, si se mide también la contaminación de su producción y baterías.
- Apoyos fiscales para renovar flotas viejas sin exigir eléctricos caros. Un plan RENOVE que premie la reducción de emisiones, no solo la etiqueta.
- Inversión en transporte público eficiente, que es la alternativa real a largo plazo, mucho más que el coche eléctrico individual.
No se trata de negar la urgencia climática, sino de actuar con sentido común. Prohibir sin entender es fácil, pero educar, incentivar e innovar es lo que realmente cambia el futuro.
Conclusión
El problema no es la ecología, sino el uso perverso que se está haciendo de ella para dirigir el consumo. Las etiquetas no siempre reflejan lo que dicen, y muchas de las prohibiciones actuales favorecen a las grandes marcas más que al medio ambiente. Si de verdad queremos respirar mejor, hay que mirar más allá del plástico pegado en el parabrisas.
📊 EXTRA: Para los que quieren ver los datos reales (y no solo etiquetas)
Si te gustan los datos y prefieres juzgar por ti mismo, aquí tienes una comparativa gráfica entre un coche diésel sin etiqueta y uno de gasolina con etiqueta C. Este gráfico incluye emisiones de CO₂ por cada 100 km, y también de NOx y partículas (PM) por km, que son los gases que más afectan a la salud y al medio ambiente.

Como ves:
- El coche de gasolina etiqueta C contamina más en CO₂, aunque le permiten circular sin problema.
- El coche diésel sin etiqueta contamina más en NOx y partículas, pero emite menos gases de efecto invernadero.
Esto no es una defensa del diésel viejo, pero sí una crítica a las etiquetas simplistas que no reflejan la contaminación total, sino solo lo que interesa según el modelo económico del momento.